lunes, 4 de enero de 2010

La sombra de mi alero



Hay cosas que te callo, porque no entenderías;
mi mundo no es complejo, se inicia con la aurora,
va mi oración al Padre y vuela el pensamiento
hasta tí, que estás siempre tan lejos de mi flora.
Voy luego hasta mis plantas sedientas y confiadas
y entro a cuidar del techo querido y familiar,
me transcurren las horas afanosas del tiempo
y así, llega la noche con su perfecta paz.

El mundo que pretendes, de flautas y de luces,
lo producen tus sueños, donde suele pasar
que yo baile y sonría desenvuelta y coqueta
a los admiradores que me anhelan besar.

Te entregué con mis versos, empapados del alma,
el amor misterioso que te atrae con afán,
mi mirada sin lentes, mi candor sin afeites,
la sombra de mi alero y mi voz al cantar.

Imaginas traiciones en frases inocentes,
en saludos tan raudos que se olvidan después,
en correos cautelosos con recelos odiosos
de tanto anonimato que viene en internet.

Y tus dudas me ofenden, me laceran la vida,
me apagan la sonrisa, me borran la ilusión,
me clavan con dolores puñales de tortura
que rompen en pedazos mi pobre corazón.

Hay cosas que te oculto, porque estás descontento
al creer que te miento, si mentir es callar.
Si te abriera mi pecho, encontrarías el llanto
contenido y paciente... por tu forma de amar.